Introducción
Cuando se habla de pobreza resulta difícilajustarse a una definición exacta, puesto que esteconcepto abarca múltiples y amplios ámbitosacadémicos, además de complejos problemas de lasrealidades sociales a nivel mundial. Desde lasciencias sociales dicho concepto tiene al menos,doce sentidos que permiten entenderlo desdedimensiones, materiales, sociales, políticos yeconómicos. En este marco, la pobreza va más alláde la ausencia de recursos económicos (Spicker2009, 291-306). Por ejemplo: Halleröd, Bradshaw,y Holmes (2018, 213-234), han operacionalizado aeste concepto mediante el índice de privaciónproporcional con lo cual se amplía el espectro aaquellas necesidades insatisfechas.
La Organización de Naciones Unidas(ONU 2021) en la Cumbre Mundial sobreDesarrollo Social de Copenhague, realizada en1995, definió a la pobreza como una condición quese caracteriza por una privación severa denecesidades humanas básicas que incluyen laalimentación, agua potable, instalaciones sanitarias,salud, vivienda, educación y acceso a lainformación. Por ende, la pobreza no solo dependede la ausencia de ingresos monetarios, sino, tambiéndel acceso a servicios y bienes (Spicker 2009, 291-306). Entre las manifestaciones de la pobreza seencuentran el hambre, la malnutrición, ausencia deuna vivienda digna y acceso limitado a otrosservicios. En relación a los datos, en 2015 más de736 millones de personas se situaron por debajo delumbral de pobreza a nivel mundial, mientras que en2021 un 10% de la población mundial vivía en lapobreza extrema, sin poder cubrir sus necesidadesmás básicas. En términos de género, esta situaciónimpacta más a mujeres que a hombres: por cada 100hombres entre los 25 y 34 años que viven en lapobreza, hay 122 mujeres. Las proyecciones a 2030indican que más de 160 millones de niños y niñascorren el riesgo de seguir viviendo en la pobrezaextrema (ONU 2021).
Tales cifras aumentaron durante lapandemia de covid-19: afectando a más de 500millones de personas lo que equivale al 8% del totalde la población mundial. Las regiones másimpactadas fueron, Asia oriental y sudoriental,mientras que el 42% de la población del Áfricasubsahariana sigue bajo estas condiciones adversas
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(ONU 2021). De acuerdo con la ComisiónEconómica para América Latina y el Caribe (Cepal2011) la pandemia surgió en un momento donde elescenario mundial ya era complejo de por sí: bajocrecimiento económico, aumento de la pobreza,crecientes tensiones sociales, profundización de lasdesigualdades estructurales, aumento de lainformalidad, baja productividad, desprotecciónsocial, entre otras, que significaron un retroceso de12 años en pobreza y 20 años en pobreza extremapara la humanidad.
En América Latina la realidad no ha sidomenos diferente. En 2020, cerca de 78 millones depersonas (12,5% de la población en la región)vivían en pobreza extrema y 209 millones en lapobreza. Esto significó un aumento de 22 millonesde personas con respecto a 2019, con una tasa del33,7% que corresponde a la mayor cifra en 12 años(ONU 2021).
Lo cierto, es que la pobreza traeconsecuencias negativas, Díaz (2016) señala queuno de los enfoques de larga data que explica larelación entre estructura social y crimen, es aquelque examina a la conducta criminal desde lasdesigualdades económicas. Para Stretesky, Schuck,y Hogan (2004), por ejemplo, una de las variablesque explica el desarrollo de una ciudad frente a otrason los agrupamientos de la pobreza y cómo ellointeractúa con las tasas de homicidio.
Un estudio realizado en Estados Unidosencontró que existe una relación entre la pobreza ylos delitos contra la propiedad en los casosanalizados entre 1965 y 2016. La pobreza seencuentra asociada a los delitos contra la propiedadmientras que, el desempleo y el producto internobruto (PIB) no, por ende, se sugiere que losgobiernos y funcionarios responsables de laformulación e implementación de políticaspúblicas, deben centrarse en los esfuerzos paraerradicar la pobreza y no en el desempleo, con el finde generar un efecto dominó en los delitos contra lapropiedad (Imran, Hosen, y Chowdhury 2018). Porsu parte Anser et al. (2020), afirma que ladesigualdad en los ingresos y el desempleo aumenta la tasa de delincuencia, mientras que la inversióncomercial ayuda a reducir la tasa delictual.
Aunque los datos señalan la relación queexiste entre desigualdad y homicidio, no existe unconsenso aún sobre la relación entre pobreza y