ISUPOL, Revista de Investigación en Seguridad Ciudadana y Orden Público
Nº 3 diciembre 2021 • pp 19-26 • ISSN 2528-8032
Miguel Ángel Rojas DelgadoDrogas: sinónimo de violencia en la sociedad ecuatoriana
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adolescente; 3) el funcionamiento familiar. Sobre
esta última variable se acentúan tres aspectos: los
estilos disciplinarios, las relaciones afectivas y los
modelos que ejercen los padres sobre los hijos
(padres delincuentes o consumidores con hijos
que siguen el mismo patrón).
Naciones Unidas (2003) indica que existen
tres maneras en que las drogas y la violencia se
relaciona (modelo tripartito): 1) la sicofarmaco-
lógica, sostiene que la violencia es el resultado de
los efectos agudos de una droga psicoactiva sobre
el consumidor. Este tipo de violencia se encuentra
asociada, generalmente, con el uso indebido del
alcohol; 2) el económico-compulsivo, según
el cual, la violencia es un medio para generar
dinero con el n de adquirir drogas. Este tipo de
violencia es tan común como los delitos que se
incurren para conseguir drogas; 3) la sistémica,
sostiene que la violencia se encuentra asociada
a la comercialización de las drogas ilícitas. Esto
implica una serie de disputas de poder para
conseguir territorios y espacios para los mercados
ilícitos de drogas. En consecuencia, la droga por
sí misma no es un peligro. Lo que determina el
nivel de riesgo es la capacidad de la persona de
alejarlas o acercarlas, por tanto, lo que inuye es
el estilo de vida de cada quien (Uceda, Navarro y
Pérez 2016).
Efectos de las drogas y violencia
en la sociedad
Las drogas afectan el desarrollo socio-económico
y ayudan al incremento de los costos de atención
médica ya que se vinculan con lesiones y otras 60
enfermedades e infecciones como el VIH, hepati-
tis B y C. Además, se le vincula con enfermedades
crónicas y cardiovasculares, cáncer, cirrosis, enfer-
medades mentales e intoxicaciones. El consumo
de drogas incide en todas las manifestaciones de
violencia, por lo general, asociadas con el crimen
organizado y mercado ilegal de drogas (Medina
Mora y Villatoro 2013).
Los efectos psicoactivos de las drogas conllevan,
en muchas ocasiones, a actos de violencia, sin em-
bargo, es mayor la intensidad de la violencia cuan-
do va unida con el tráco de las mismas (violencia
sistemática). Esta violencia dependerá de las ca-
racterísticas del mercado y las organizaciones del
tráco de drogas (competencia) y cuyos efectos
pueden incidir en la vulnerabilidad de los consu-
midores (UNODC 2016). El efecto sobre el ca-
pital social es sensible a la inuencia de las drogas.
Naciones Unidas (2003, 7), indica que el “capital
social se reere a las normas, o leyes, que se mani-
estan en las relaciones sociales y a través de ins-
tituciones sociales, y que establecen los cimien-
tos de la conanza, los deberes y la reciprocidad”.
La carencia de este elemento desencadena
mayor grado de violencia y delincuencia asociado
con los efectos negativos del mercado de drogas
ilícitas en las comunidades. Esta violencia ocasio-
na la reducción de emprendimientos e inversiones
privadas, incluso, estanca las construcciones y
limita la libertad de movilidad ante el temor a la
victimización en los espacios públicos. Todo esto
encarece el empleo y las posibilidades de educa-
ción de las personas jóvenes, sobre todo, quienes
son empujados por la desconanza y cuestionan
las normas civiles.
El desarrollo económico se ve afectado, el cual
varía en magnitud y forma entre los países. La
pobreza y la falta de medios de vida sostenibles
en zonas rurales son algunas de las circunstancias
para que las bandas de drogas ingresen y oferten
otro tipo de ingresos en las comunidades. Logran
que los agricultores, en medio de su susceptibi-
lidad, se dediquen a los cultivos ilícitos a gran
escala lo que conlleva a que dichos territorios sean
más violentos aún ante el choque de las bandas y
tracantes por asegurar estos espacios, las rutas y
mercado de las drogas (Naciones Unidas 2003)
Esta situación se da por la incidencia de otros
factores de riesgos como la falta de seguridad y la
gobernanza, ausencia del Estado, el desempleo y
bajos niveles de educación. Una persona que in-
gresa al mundo de las drogas, ya sea por consumo
o tráco, no logra aprovechar las oportunidades
de empleo lícito y educación, obstaculizando el
desarrollo propio, de las personas que lo rodean y
de la sociedad (UNODC 2016). En el caso de las
sociedades con mejores ingresos, el uso de drogas
y la delincuencia se maniesta a modo de fraude,
más allá que en violencia interpersonal (Naciones
Unidas 2003)
Esbec y Echeburúa (2016) mencionan que los
delitos cometidos por consumidores heroína son,