
ISUPOL, Revista de Investigación en Seguridad Ciudadana y Orden Público
Nº 6 junio 2023 • pp 71-80 • ISSN 2528-8032
Richard Milton Carvajal Salazar
Diego Ricardo Maldonado Pillajo
Nuevas guerras y transformación del crimen organizado transnacional
al crimen desordenado, fragmentado y volátil en Ecuador
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guerras para justicar la diferencia con el crimen
tradicional.
En la actualidad, el crimen organizado es
un fenómeno recurrente, pero, con diversas
manifestaciones que lo hacen una actividad mul-
tidimensional. Desde el punto de vista dogmático
surge la necesidad de conocer su denición. En la
Convención Internacional de Palermo, efectuada
en Viena en 2000, los países miembros acordaron
una homologación conceptual, entonces, un gru-
po delictivo organizado es entendido como:
[…] un grupo estructurado de tres o más
personas que existe durante cierto tiempo y
que actúa concertadamente con el propósito
de cometer uno o más delitos graves o delitos
tipicados con arreglo a la presente Convención
con miras a obtener, directa o indirectamente,
un benecio económico u otro benecio de
orden material (Asamblea General de las
Naciones Unidas 2000, artículo 2).
Por una parte, la denición parte de que estos
grupos cometen delitos graves contra el Estado
y la Convención, en donde hay un benecio eco-
nómico o material que escapa de la legalidad. No
obstante, la denición no contempló que dichas
actividades se alteran, modican, adaptan y que
surgen nuevas modalidades y actores a partir de
la violencia. De allí que, los niveles de la actividad
ilícita dependan de los modos de organización de
los actores involucrados, así como, de la intensi-
dad de la violencia, de las particularidades del te-
rritorio, su inuencia transnacional y los recursos
que día a día obtienen estos grupos.
Resulta inverosímil pretender que la deni-
ción acuñada en la Convención sea aplicable a
todos los fenómenos delictivos globales si se tiene
en cuenta que tales actividades son de naturaleza
particular y poseen características propias en cada
país. El problema subyace, en primer lugar, en su
denición, la cual es mucho más compleja y debe
involucrar todos los factores dimensionales que
expliquen su cambio constante, cómo abordarlo
e identicarlo.
Existen varios abordajes del fenómeno crimi-
nal siendo uno de ellos el caso de Estados Unidos
en la década de 1920. De acuerdo con los estudios
de la Comisión del Crimen de Chicago en 1919,
los Estados buscaron precisar e incluir dentro
de sus leyes al crimen organizado conforme a su
experiencia. Bajo este antecedente, el país incluyó
en su legislación la prohibición de las asociaciones
conocidas como maas, sindicatos del crimen y
pandillas, conceptos que se mantendrían hasta
1950 cuando tales asociaciones extendieron su
campo de acción y se convirtieron en un problema
nacional (Zapatier 2022).
Posteriormente, durante la década de 1940,
el concepto fue suplido por el de racketeering
(United States Code 1948) que equivalía a un
tipo de chantaje o extorsión ejecutado por una
asociación delictiva. En este período hubo un
cambio sustancial: a nales de la década el crimen
organizado ya no hacía referencia a una clase
criminal disforme y dispersa, sino, a un grupo
de gánster y estafadores que se organizaban en
sindicatos con jerarquías y líderes identicados.
Este fue el caso de Al Capone.
Desde una perspectiva organizacional, la
estructura de la criminalidad requiere de varios
elementos para conformarse, entre ellos, un
centro de poder desde donde se emiten criterios,
directrices, se establece el alcance y las personas
responsables. Bajo esta precisión, se distribuyen
los recursos entre los niveles altos de la jerarquía,
se ubican a otros más en los niveles inferiores, hay
anonimato para los miembros de las cúpulas y
rangos medios. Valores como el respeto, actitudes
como la obediencia y hábitos como la disciplina
son fundamentales para el cumplimiento de los
mandatos. Es esto lo que otorga la transnaciona-
lidad y corporatividad al crimen con otros centros
de poder.
Durante la década de 1950 la Comisión
Kefauver buscó probar la existencia de grupos cri-
minales que operaban al interior del Estado como
verdaderas maas. Surgió, entonces, el componen-
te étnico característico de algunas maas como
la Cosa Nostra o la Ndrangetha siciliana. Así, las
nociones de crimen y maa se mezclaron y fueron
tratadas como sinónimos bajo componentes de
etnia y organización. Luego, en la década de 1970,
la atención se enfocó en combatir a las maas que
se habían extendido por las principales ciudades
del país y fortalecer las estrategias públicas para
detener su expansión por el mundo.