establecidas por el medio cultural. Sin embargo,
cada núcleo familiar interpreta ese dictamen
proveniente del gran sistema social, lo modifica y
concreta según su propia experiencia en patrones de
relación, rituales y celebraciones idiosincrásicos
que determinan su identidad como familia.
Dichos patrones ayudan a reducir el
impacto negativo de los cambios y eventos
inesperados de la vida, constituyéndose, por tanto,
en fortalezas que favorecen la estabilidad familiar.
Esto no necesariamente restringe su evolución ya
que, ante el continuo intercambio con otras
personas, las familias reformulan sus tradiciones y
transforman al resto de la sociedad (Hernández
2001).
Conflictos familiares
El conflicto es un hecho cotidiano en el
que un ser humano se enfrenta con el otro en su
entorno. Se genera de muchas maneras, con
distinta intensidad y en todos los niveles del
comportamiento. Se origina en situaciones propias
de la convivencia y las relaciones humanas, es por
ello que, el conflicto es inherente a la vida misma y
es global por cuanto puede ser inmediato y afectar
a otras personas. Por tanto, hay afectación de las
actividades humanas, sociales y laborales
Los conflictos, que forman parte de la vida
en pareja, con los padres, hijos, amigos, jefes o
superiores, bloquean la capacidad cognitiva y
provocan la interrupción de la comunicación
directa. Es allí donde inicia una lucha interna de
culpabilidades que tiende a polarizarse y generan
heridas y temor a otras expresiones que supone, en
ocasiones, rechazar al conflicto mismo (Gómez et
al 2010). Los conflictos familiares existen y se
reproducen, ciertas veces son permanentes. No
obstante, la mayoría de ellos han sido resueltos,
gestionados y negociados lo que conlleva a una
mejor convivencia.
El vínculo que se genera entre los
miembros de una familia les permite tener
herramientas para establecer relaciones positivas o
destructivas. De esto depende que las personas se
sienten queridas, respetadas y valoradas o, por el
contrario, humilladas, incomprendidas o no
reconocidas. Los conflictos familiares son los que
más perduran en el tiempo, en razón que son
generacionales, culturales, transformándose en un
hábito vivencial, conforme se superan o cambian
las estructuras familiares van surgiendo nuevos
conflictos y actores. Estas confrontaciones afectan
como ningún otro conflicto, ya se encuentran
adosadas en el ámbito laboral, social e
implícitamente en lo emocional y lo somático,
además que otorga identidad a sus miembros como
sistema interpersonal, económico y social. De allí
su importancia y complejidad.
La motivación del conflicto se mide
respecto a las necesidades personales, físicas,
emocionales y psicológicas que los miembros de la
familia buscan solventar. Estas necesidades se
vinculan con el hecho de querer sentirse a salvo y
seguro, ser amado, tener el control de la propia
vida, pertenencia, reconocimiento, entre otros.
Satisfacer esto es tan esencial para la salud
psicológica como el aire, el agua y el alimento lo
son para la salud física.
Muchas veces el origen de los conflictos
familiares es la discrepancia entre lo que es real y
lo que se percibe como real. El modo en el cual se
percibe y se otorga sentido al mundo es un proceso
complejo y subjetivo teniendo en cuenta que las
percepciones del individuo parten de sus creencias,
experiencias, valores, ideas y prejuicios. Las partes
en conflicto realizan diferentes interpretaciones de
una misma situación, esto es terreno abonado para
el surgimiento de conflictos interpersonales.
Clima organizacional
Es el conjunto de actividades, rutinas y
condiciones que se ejercen dentro de una empresa y
están directamente relacionadas con la satisfacción
de los empleados en su entorno de trabajo. El clima
organizacional busca favorecer el buen ambiente de
trabajo y hace énfasis en el espacio en el que las
personas llevan a cabo sus labores diarias y en las
experiencias positivas para ellos y entre ellos. Un
clima laboral agradable va más allá de la
satisfacción y del nivel de identificación del
empleado con su lugar de trabajo: fomenta la
integración, reduce posibles conflictos internos y,
sobre todo, mejora la productividad (UNIR 2021).