30
homicidio, pese a que hay evidencias que apuntan a
que la pobreza es una de las causas en el incremento
de los homicidios (Pridemore 2008, 2011).
Investigaciones similares apuntan a que la
tasa de homicidios depende de la desigualdad
económica y de la calidad y funcionamiento de los
mecanismos de control social que, a su vez
dependen de la riqueza de la nación. (Chabot y
Ouimet 2018).
Rogers y Pridemore (2013), quienes
emplearon datos del año 2004 de 30 países (entre
ellos España y México) concluyeron que, si bien
hay una relación entre pobreza y homicidio, las
políticas de protección social tienen un efecto
negativo en la reducción de las tasas nacionales de
homicidio. Además, existen diversas formas de
medir las políticas de protección social, ya sea
mediante el porcentaje gastado del PIB en atención
médica, educación, gasto social, calidad de los
servicios públicos y apoyos sociales. Así, los
gobiernos no solo satisfacen las necesidades básicas
de las personas, ya que también brindan apoyo a los
estratos económicos bajos. Esto reduce la pobreza y
otorga una mejor calidad de vida (Rogers y
Pridemore, 2013).
Según el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID 2018a) América Latina y el Caribe
(ALC) fue la región más violenta del mundo, en
2017 con una tasa de 22 homicidios por cada por
100.000 habitantes. Esta cifra es cuatro veces más
que el promedio mundial. Además, en la región
ocurre el 39% de los homicidios que se cometen a
nivel mundial pese a que el 9% de la población se
encuentra en este lado del continente. De acuerdo a
la Organización Mundial de la Salud y la Oficina de
las Naciones Unidas Contra las Drogas y Delito
(2014) es la única región del mundo donde el
homicidio es la principal causa de muerte (52% de
las muertes) (OMS 2014 en BID 2018a).
Desde el año 2000, la región ha registrado
más de 2,5 millones de homicidios, de los cuales el
75% está relacionado con el uso de armas de fuego.
Esta cifra es superior al promedio mundial que es de
50%. Además, la violencia homicida en ALC
aumentó del 29% en 2000, al 37% en 2009 y al 39%
en 2017 (BID 2018a). Chioda (2017) señala que hay
tipos de violencia en las sociedades
independientemente que tengan mayor o menor
riqueza y desarrollo. Así, el incremento de las
ganancias de un país guarda una relación directa con
las oportunidades que tiene el delito para seguir en
aumento.
En la década de 1980 y 1990 Ecuador
presenció un incremento en niveles de inseguridad
y violencia, la tasa de homicidios por cada 100 mil
habitantes pasó de 6,4 en 1980 a 10,4 en 1990 (BID
2018b). Para 1999 ya alcanzaba la cifra de 14,8 que,
diez años después creció cerca del 19,0. En estas
décadas, instituciones públicas como la Policía
Nacional, Fiscalía General y el sistema judicial y
penitenciario del país se caracterizaban por su baja
credibilidad ante la ciudadanía, lo cual fracturó las
bases de la relación entre el gobierno y la sociedad
(Pontón, Rivera, y Amores 2020).
Castillo y Andrade señalan que, en 1999, a
raíz de la fuerte crisis económica y bancaria que
atravesó el país, la pobreza aumentó 7,4% afectando
al 52,5% de la población. En 2006 la pobreza por
consumo afectó al 38,3% de la población, que fue
similar al porcentaje de 1995 con el 39,3%. En los
años posteriores 25,8% para la pobreza moderada y
5,7% para la pobreza extrema o indigencia. Los
perfiles de pobreza son herramientas descriptivas
útiles que permiten caracterizar a la población pobre
a partir de una serie de dimensiones e indicadores,
relacionados con las condiciones de vida de los
hogares (Castillo y Andrade 2016, 120-145). Con
estos perfiles es posible cuantificar las brechas con
los hogares no pobres en aspectos como; acceso a
servicios básicos, oportunidades de educación,
salud, trabajo, entre otros. (Haughton y Khandker
2009).
Históricamente el área rural concentra un
bajo desarrollo. De hecho, para el año 2006, el
61,5% de la población rural del país vivía en
condiciones de pobreza y el 26,9% en condiciones
de indigencia. En ese mismo año, cerca del 60% de
las personas que vivían en la Amazonía se
encontraban en condiciones de pobreza mientras
que el 39,6% en pobreza extrema. Para 2014 se
registra una reducción de la pobreza de 12 y 17,8%
en dichos valores, respectivamente, sin embargo, la
reducción más significativa ocurrió en la región
costa, entre los años 2006 y 2014 (15,6%). Así, la
costa era la segunda región menos pobre del país
luego de la sierra. En 2014 la región menos pobre
fue la insular ya que no se registran datos de pobreza
extrema (Castillo y Andrade 2016).